domingo, 7 de junio de 2009

80.000 hogares vascos dependerán de la renta básica en un año si la crisis persiste

El agotamiento de las prestaciones por desempleo amenaza con duplicar el colectivo de perceptores de subsidios sociales en Euskadi

JAVIER MUÑOZ | BILBAO. DV.

El colectivo de perceptores de la renta básica, casi 40.000 ciudadanos que cobran el 88% del salario mínimo interprofesional (SMI) -624 euros en catorce pagas-, corre el riesgo de duplicarse en Euskadi si la crisis económica se prolonga y los 38.000 trabajadores que han perdido su empleo durante el último año agotan el paro. En principio, la previsión oficial es que el subsidio mensual alcance a unas 48.000 personas a finales de este año, frente a las 39.757 que lo recibían en abril pasado, lo que supone un aumento del 20%. Sin embargo, esa estimación fue realizada antes de que la recesión se manifestara en toda su crudeza, y por eso no contempla a los parados que aún subsisten con el seguro de desempleo, pero que, a medida que pasen los meses, estarán más cerca de quedarse sin él.

De momento, el incremento de beneficiarios calculado por el Gobierno Vasco corresponde esencialmente a las personas mayores que a lo largo de 2009 comenzarán a recibir un complemento económico para elevar sus bajas pensiones al 100% del SMI. Esa prestación se ha englobado ahora dentro del capítulo de la renta básica. En abril de 2008 ya habían empezado a cobrarla 5.903 individuos de edad avanzada, mientras que en los doce meses siguientes se han ido incorporando otros 5.547 beneficiarios. El Departamento de Empleo y Asuntos Sociales, dirigido por Gemma Zabaleta, espera que hasta diciembre próximo se vaya añadiendo un número similar o incluso superior de perceptores mayores de 65 años que todavía no han visto equiparada su pensión con el SMI.

Para hacer frente a ese escenario, recogido en el pacto social suscrito por el tripartito y el PSE-EE en la pasada legislatura, el Gobierno de Ibarretxe aumentó la dotación de la renta básica en un 14,6%, hasta llegar a los 217 millones de euros. Sin embargo, desde que se aprobaron aquellas cuentas, en diciembre pasado, el deterioro económico no ha hecho sino acentuarse. Sin ir más lejos, SOS Racismo ha alertado de que unos 38.000 inmigrantes afincados en Euskadi -casi la tercera parte de los extranjeros empadronados en la comunidad- pueden dejar de ser 'legales', ya que necesitan renovar en breve su permiso de trabajo, y ese requisito podría frustrarse debido a que el desempleo se ceba con los trabajadores foráneos.

Qué ocurrirá

La cuestión es qué ocurrirá cuando muchos parados empiecen a reclamar la renta básica, una prestación que la Ley de Garantía de Ingresos reconoce a cualquier persona sin recursos que esté empadronada en el País Vasco, si bien con condiciones. En el caso de los individuos en edad y posibilidades de trabajar -aproximadamente un tercio de todos los perceptores de renta básica- tiene dos años de duración y va unido al compromiso de apuntarse a programas de inserción laboral.

Ahora mismo, el impacto de los subsidios sobre las cuentas de la Administración vasca es incierto. No obstante, Gemma Zabaleta ha recalcado que ese asunto es «una prioridad política» para el gabinete de Patxi López. Pero aunque dejara de serlo, la Ley de Garantía de Ingresos establece que la renta básica es un derecho exigible como la sanidad y la educación.

Con este telón de fondo, el Gobierno Vasco se ha mostrado dispuesto a recurrir al endeudamiento, aunque «explicándolo y midiéndolo bien», en palabras de la consejera de Empleo. De momento, su equipo pretende agilizar la concesión de los subsidios contra la exclusión y mejorar otras prestaciones de carácter familiar, como las ayudas por hijo, que están concebidas para fomentar la natalidad, pero representan a fin de cuentas un dinero que puede ayudar a los hogares en un contexto difícil.

Un indicio de lo que se avecina en los próximos meses lo proporciona la imparable demanda de las ayudas de emergencia social (AES), un subsidio que no es mensual, sino que se concede a los ciudadanos sin recursos para afrontar gastos imprevistos en la casa, aunque en la práctica también se está utilizando para pagar el alquiler. Nada más tomar posesión de su cargo, la primera medida de la consejera Zabaleta fue aprobar una inyección de 20 millones de euros, a sumar a los 34,4 iniciales, para atender a 10.700 nuevos solicitantes de AES que se calcula que surgirán este año. Ese colectivo estará formado por ciudadanos golpeados por el paro que elevarán el total de beneficiarios de las AES hasta los 38.000.

Para hacerse una idea del impacto que está teniendo la crisis, el Gobierno Vasco ha advertido de que, si bien las dotaciones anuales para las ayudas de emergencia nunca han llegado a cubrir todas las necesidades, el dinero que se les había asignado este año se agotó casi por completo en mayo pasado. Las estadísticas oficiales son elocuentes: mientras que en 2008 el incremento de perceptores de AES ascendió a 903 personas -de 26.397 a 27.300-, un año más tarde, con la economía vasca oficialmente en recesión, el Ejecutivo autónomo ya trabaja con la hipótesis de que las solicitudes se multiplicarán, como mínimo, por doce.

Ello explica la rápida intervención del Departamento de Zabaleta para ayudar a los ayuntamientos, puesto que son ellos los que distribuyen las ayudas de emergencia y a veces han puesto el dinero de sus propias arcas. En principio, la Administración municipal aportará otros 9,6 millones al fondo general de las AES.

Tanto el Gobierno Vasco como los municipios están comprobando que junto a los perceptores tradicionales de esas prestaciones -jóvenes, mujeres solas con cargas familiares y mayores- aparecen ahora trabajadores con experiencia que han sido repentinamente expulsados del mercado laboral. «Los ayuntamientos están colapsados -aseguró Zabaleta-. Les llegan vecinos que no pueden pagar el préstamo del piso. Todavía no necesitan la renta básica, pero las AES están concebidas para ese tipo de situaciones».

«Hemos sido dominados por una ideología fundamentalista de mercado»

Vandana Shiva. Activista antiglobalización y defensora de la agricultura ecológica

Vandana Shiva ( 1952 Uttarakhand, India) es una figura mundial en la defensa del Medio Ambiente. Científica, filósofa y escritora es fundadora de varias organizaciones para la difusión de la agricultura ecológica y el mantenimiento de la diversidad. Símbolo del ecofeminismo, recibió el Premio Nobel Alternativo en 1993. Ayer ofreció la conferencia «Democracia en la tierra» en la feria Bioterra.

Maider EIZMENDI | GARA

Minutos antes de su intervención ante los medios de comunicación, Vandana Shiva caminaba pausada ante los stands de la feria anual Bioterra. Sin embargo y, a pesar su cara afable, su actitud es tajante cuando comienza a hablar de las grandes multinacionales, como Monsanto, a quienes acusa de ser las responsables de que un billón de personas no tengan en la actualidad acceso a la alimentación y al agua potable.

Vandana Shiva es un referente mundial en la lucha por los pobres, por el medio ambiente, contra la biopiratería, por los derechos de la mujer... «Mi objetivo en la vida es celebrar la vida en toda su belleza, en toda su alegría, y luchar ferozmente contra todo lo que no nos permita llegar a ello», resume ella.

Con contundencia afirma que «en las dos últimas décadas hemos sido dominados por una ideología fundamentalista de mercado», que «ha reducido el mundo a un mero supermercado, ha reducido al ser humano a un mero consumidor, ha robado trabajo a la gente, ha robado la producción...». Afirma convencida, sin embargo, que a ese sistema se le dio muerte en setiembre de 2008, «porque un sistema en el que los seres humanos consumen y no producen no puede durar, un sistema en el que explotamos la tierra sin límites no puede durar...».

Sobre la actual crisis mundial, Shiva sostiene que pueden darse dos eventuales escenarios: «La crisis actual puede profundizar aún más esta situación si la respuesta es salvar a los que la han originado. Si todos los rescates son para los bancos, que son quienes han creado el caos, o si las prestaciones son para los contaminantes que acuden a las negociaciones sobre el clima... Habría una convergencia más importante entre el poder del dinero y el poder político; eso se llama dictadura». En cambio, en opinión de Shiva, la crisis también podría traer consigo la oportunidad de crear alternativas: «Podemos formar economías adaptadas a la gente, que los estímulos que se den se dirijan a ello, y, al mismo tiempo, reclamar los derechos perdidos de la gente». Sí, «la crisis también puede ser una oportunidad».

Su propuesta principal es lo que denomina «democracia de la tierra»: «Lo llamo así porque debemos incluir todas las especies en esta nueva democracia; una democracia sólo humana, que no respete los derechos ecológicos de otras especies, también finalizará con la pérdida de los derechos del ser humano».

Subraya una y otra vez que a día de hoy un billón de personas no tiene acceso a alimentos ni a agua potable y que la única manera de poner remedio a esta situación «es impulsar un sistema en el que reconozcamos los derechos de todos a acceder a los recursos de la tierra». «La democracia de la tierra se basa en la economía sostenible, en economías vivas y también en la democracia viva porque la democracia actual esta muerta», explica.

Su propuesta tiene una base sólida y unas referencia previas: «Hace más de 25 años empecé a construir estas economías vivas, esta democracia viva semilla a semilla, agricultor a agricultor, persona a persona. En el pasado ha habido revoluciones basadas en lo que decidían unos pocos para el futuro y a menudo a través de la violencia. Pero los cambios radicales actuales solamente serán posibles si todo el mundo participa y si creamos un cambio no violento sino radical».

Pero a su juicio, además de la crisis económica, actualmente la población sufre una grave crisis ecológica y social «que se refleja en el aumento del terrorismo, del fundamentalismo y en la alineación de la gente, en el desencanto que sufre». Estas tres crisis tienen «las mismas raíces y, por lo tanto, pueden tener las mismas soluciones». Es posible atajarlas «simultáneamente a través de una economía inclusiva basada en lo local; una economía de la vida en lugar de una economía de la muerte».

La soberanía alimentaria es, en su opinión, «vital», porque, «después de todo, nosotros somos lo que comemos». Pero también lo es a nivel económico y político, «porque las principales guerras se libran por el alimento».

Ante las afirmaciones de que una agricultura ecológica no sería capaz de dar repuesta a las necesidades alimentarias mundiales, se muestra tajante: «No creo que haya una mentira mayor. De hecho estamos viviendo una crisis porque la agricultura industrial ha gastado los recursos de la tierra. Invierte diez veces más energía para lograr el mismo resultado». En su opinión, proponer el uso fertilizantes químicos a día de hoy «es criminal», entre otras cosas, porque sabemos que es una de las causas del cambio climático, los fertilizantes emiten gases de efecto invernadero».

Para que los cambios que ella propone llegue a un buen puerto es importante la concienciación de la población. «Los cambios provienen de un cambio de mentalidad, nuestra mente ha sido capturada y tenemos que liberarla». Pero para ello, es imprescindible tener acceso a «la realidad que se nos oculta; la concienciación se basa en la información real, no en la propaganda».

La ecologista y feminista india incide además en el papel que deben jugar las mujeres. «Las mujeres han cuidado de las semillas alrededor de todo el mundo, han sido las agricultoras del mundo y ahora se les roba sus semillas, su figura en la producción; las mujeres son como el sexo dispensable y, por ellos, se ha experimentado un aumento de la violencia contra ellas. El reconocimiento de las mujeres como centro de la agricultura es vital para la soberanía alimentaria y para detener la violencia sobre las mujeres».

Su labor como el de toda la población para salvaguardar las semillas ha de ser enérgica. «Las semillas no son un invento de las corporaciones, por lo tanto, no pueden ser propiedad patentada; las semillas deben compartirse libremente». Con ese objetivo creó el movimiento Navdanya, que ha creado más de cincuenta bancos de semillas comunitarios.

Asegura, no obstante, que hay que ir más allá: «Espero que nos unamos y pongamos en marcha mecanismos legales, quizás debamos aprender del software libre».