domingo, 10 de mayo de 2009

Los salarios de los directivos crecieron un 245% más que los sueldos de los trabajadores

La crisis económica está provocando que la élite económica exija a los trabajadores que «se ajusten el cinturón», una manera directa de decir que se bajen más sus míseros salarios, para que sus beneficios no se resientan. Los directivos elevaron sus salarios en un 13,8% de media, un 245% por encima de los trabajadores.

GARA. Juanjo BASTERRA

Ya no sorprenden las proclamas de la élite económica en tiempos de crisis. No se conforman con destruir el empleo precario que han explotado durante los últimos años, ni con mandar en los primeros meses de 2009 a más de 32.000 trabajadores de Hego Euskal Herria, un 34% por encima de todo el año 2008, a cobrar sus salarios a la ventanilla del paro. Los empresarios mantienen una férrea posición para que los salarios no aumenten durante 2009, porque «estamos en crisis». Como explican los sindicatos que agrupan a la mayoría sindical vasca, que han convocado una huelga general para el próximo 21 de Mayo, los trabajadores no son culpables de la crisis. Quienes han creado esta hecatombe económica mundial son los especuladores que vieron en determinados negocios una manera fácil y rápida de hacer mucho dinero, aunque fuera ficticio.

La realidad, en estos momentos, es que los trabajadores, por una u otra razón, son los paganos de este modelo neoliberal que el capitalismo ha alimentado y que sólo crea mucha riqueza para unos pocos y excesiva pobreza para la mayoría. Un 1% de la población mundial posee el 40% del total de la riqueza y un 50% se encuentra sumida en la pobreza. Por lo tanto, la desigualdad económica es evidente y los trabajadores son los que están pagando el descontrol y la opulencia de unos pocos.

Hay que tener en cuenta que los salarios de los trabajadores vascos son, de media, entre un 40% y un 55% inferiores, a la media de los países más avanzados de la Unión Europea. Si tenemos en cuenta que el PIB regional de Hego Euskal Herria se encuentra en los primeros lugares de la escala europea, los trabajadores vascos deberían cobrar de media un 40% por encima de lo que reciben actualmente, para que la convergencia económica con la UE fuera justa. Un estudio realizado por ELA muestra que el peso específico de las remuneraciones de los asalariados en relación a la riqueza total, que mide el PIB, cayó del 52,3% en 1993 al 48,3% en 2007. Si se hubiera mantenido el porcentaje, cada asalariado tendría que haber percibido 3.256 euros más al año. Por el contrario, los beneficios de los empresarios ganaron peso específico.

En tiempos de crisis, sin embargo, los salarios deberían de incrementarse más, como indican los economistas, precisamente para que fluya el dinero, más en este tipo de crisis en la que falta liquidez. Sin embargo, ni empresarios, ni banqueros, ni responsables de las administraciones públicas apuestan por esa vía; optan por la contraria: reducir los salarios. Así nos encontramos que las subidas salariales vigentes y los que se están registrando este año se encuentran entre el 2,47% y el 2,58% en Hego Euskal Herria. Mientras eso ocurre aparecen datos de los sueldos de los directivos y ejecutivos de las empresas para los que la crisis no está en sus agendas, porque incrementan sus salarios por encima del 13,8% de media. Supone una diferencia con los asalariados del 245%.

Entre cinco y ocho veces más

Un trabajador vasco percibe de media unos 23.000 euros anuales, según los datos del INE. Sin embargo, el salario medio de un directivo de las empresas del Ibex 35 se sitúa en los 707.822 euros brutos al año, según los datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Diferentes estudios muestran que los directivos de empresas pequeñas y medianas perciben unos ingresos medios de entre 105.000 y 160.000 euros anuales, es decir entre cinco y ocho veces más que un trabajador. Si se compara con las empresas que cotizan en bolsa, la brecha salarial entre trabajadores y directivos llega a treinta veces más. Si nos vamos a empresas emblemáticas de origen vasco como BBVA, el presidente del grupo percibió el año pasado 20,3 millones entre todos los conceptos, y José Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, 16,6 millones. De hecho, la pasada semana se supo que los directivos de las cajas vascas aumentaron sus emolumentos en 2008 entre un 13,97% y el 27,68%, con cantidades que superan los 180.000 euros de media anual.

Según la CNMV, el salario medio de los directivos subió en un 13,8%, mientras que el de los trabajadores apenas rebasó el 4% durante el año pasado y en éste se encuentra en torno al 2,5%. Por lo tanto, las diferencias están incrementándose a favor de quienes más salario perciben que, a la vez, obtienen otra serie de bonificaciones. Hay que añadir que las cotizadas distribuyeron en 2008 unos dividendos récord por más de 23.000 millones, que se han mantenido en el primer trimestre, con una distribución histórica de 11.198 millones de ganancias.

Salarios un 40% inferiores a la UE

El Censo del Mercado de Trabajo de 2007, que elabora el Gobierno de Gasteiz y al que se ha referido ELA recientemente, muestra que la población asalariada vasca percibe unos ingresos medios de 1.300 euros al mes, aunque el salario de las mujeres se sitúa en 1.120 euros y el de los hombres en 1.428 euros. Los trabajadores con menos de 25 años no llegan a mileuristas y destaca, por ejemplo, que la media salarial de los trabajadores con contrato indefinido está en 1.375 euros, mientras que un contratado temporal tiene 1.033 euros al mes y los de «sin contrato» no pasan de 526 euros al mes.

En estos momentos, el mercado laboral vasco se sustenta en una tasa de temporalidad del 22,2%, lejos del 13,8% de la Unión Europea. Los jóvenes con contratos temporales suponen el 59,5% de los ocupados y entre el tramo de edad de 25 años y 34 años es del 30,6%. La crisis está provocando la destrucción de empleo, por lo que la tasa de temporalidad se ha reducido, pero la diferencia con la media europea todavía es muy alta, incluso en estas circunstancias.

Esta situación lleva a que los ingresos económicos de una parte importante de la población se estén resintiendo, mientras se ve que la élite económica se mantiene en niveles altos. En Hego Euskal Herria en tiempos de bonanza económica se advirtió, según los datos de las haciendas forales, que un 42,15% de la población, lo que suponen 444.542 contribuyentes, obtuvieron unos ingresos que no superan el umbral de la pobreza, que se calcula en algo más de mil euros al mes. Según el último Informe Integrado de la Hacienda Vasca, referido a 2006, 187.501 contribuyentes «sobreviven» con menos de 6.000 euros al año.

Quienes reclaman el recorte de los salarios, por otro lado, nada dicen de terminar con el fraude fiscal elevado que existe en Hego Euskal Herria. Según los datos de Elkartzen, superan los 7.000 millones anuales. Tampoco nada dicen de las ventajas fiscales que los empresarios están logrando en los últimos años y que sitúan la presión fiscal vasca a la cola de la Unión Europea.

La huelga general que ha convocado la mayoría sindical vasca reclama el reparto de la riqueza, que aumente el gasto social y se produzca una progresividad en el pago de los impuestos, es decir que el que más tiene pague más que el que menos. Por lo tanto, es una manera de finalizar con esa tentación que tienen empresarios, banqueros y responsables de administraciones públicas de reducir los salarios de los trabajadores

Una renta básica en la actual situación de crisis económica es factible

La Red de Renta Básica considera que en la actual situación de crisis económica es factible la puesta en marcha de una renta básica universal, indefinida y generalizada para todos los ciudadanos.

Los impulsores de esta iniciativa, que tiene su sede en Barcelona, advierten de que una renta de esas características «supondría afrontar el futuro de forma menos preocupante».

Así, explican que «la pobreza no consiste solamente en la privación de los medios materiales de existencia, sino que se traduce e dependencia del arbitrio o la codicia de otros». Consideran que la renta básica tendría que equivaler al umbral de la pobreza y «eliminaría la trampa del desempleo» para encontrar un trabajo mejor.

11.198millones

Es la cifra que en el primer trimestre han distribuido las empresas del Ibex a sus accionistas. Es un récord, que sale de las ganancias logradas hasta marzo.

El desempleo es la principal preocupación de los ciudadanos vascos

La población de la CAV define por primera vez la situación económica como "mala".

DEIA. V. P. Bilbao.

El crecimiento del desempleo se consolida como la principal preocupación de los ciudadanos vascos y aumenta su distancia respecto a otros problemas como la violencia terrorista o la vivienda que ocuparon en años anteriores el primer puesto de este ránking, según una encuesta del Gobierno vasco. Además, y como novedad respecto a anteriores encuestas, la mayoría de los vascos define la situación económica de Euskadi como mala.

El paro y otros problemas ligados con el mercado laboral (condiciones laborales, salarios, expedientes de regulación, etc.) lideran la lista de preocupaciones para los vascos. Siete de cada diez encuestados señalan el desempleo entre los tres problemas más importantes de Euskadi cuando menos de seis lo hacían en octubre de 2008.

Alaveses, vizcainos y guipuzcoanos coinciden en situar el desempleo como principal problema, aunque presentan algunas diferencias en cuanto al grado de intensidad con el que lo señalan. Alaveses y vizcainos subrayan la preocupación por el paro (73% y 71%, respectivamente) en mayor medida que los guipuzcoanos (66%). Por sexos no hay diferencias, pero sí por edades: los jóvenes menores de 30 años y las personas en edad de jubilación sufren menos los problemas económicos que los vascos de entre 30 y 64 años de edad.

la crisis La violencia terrorista y la falta de paz aparecen en segundo lugar a una distancia de casi 30 puntos al ser citadas por el 40% de los encuestados. Otro conjunto de preocupaciones que ganan terreno y se colocan en el tercer puesto son los problemas económicos generales que son mencionados como situación económica, crisis, carestía de la vida. Este epígrafe alcanza el 34% y se mantiene en los niveles más altos de la serie de encuestas que realiza el Gobierno vasco sobre la materia. De hecho, y después de mucho tiempo entre las tres primeras preocupaciones, supera en este sondeo a las dificultades de acceso a una vivienda. Este problema es señalado en esta ocasión por sólo el 29% de los ciudadanos vascos, menos de la mitad de personas que lo hacían hace sólo dos años.

Los ERE hasta marzo superan los de 2008

Los 613 expedientes aceptados afectan a 21.687 empleados de la CAV. Cerca de 700 empleados han sido despedidos por esta vía en el primer trimestre.

J. B. Torre. Bilbao.

La sangría de las regulaciones de empleo se ha convertido en parte del paisaje sociolaboral cotidiano en la Comunidad Autónoma Vasca pues tan sólo en los tres primeros meses del ejercicio en curso se aprobaron un total de 613 Expedientes de Regulación de Empleo -que suman más que todos los aceptados durante el año 2008, cuando se aceptaron 496-, que afectaron a 21.687 trabajadores vascos, casi el doble que los registrados en los 12 meses de 2008, con afección a 12.794 empleados, según del Departamento vasco de Empleo.

Entre esas personas hay trabajadores que se han visto afectados por expedientes de reducción de jornada (579), otros que se han quedado sin empleo (690) y los que están o han estado en su casa a la espera de que la empresa recupere su ritmo de actividad (20.418). Son estos dos últimos grupos los que con mayor virulencia están notando los embates de la crisis, con un notable recorte de sus ingresos -cobran el subsidio del desempleo- y un cambio absoluto de sus expectativas laborales y, por tanto, vitales.

De hecho, algunas compañías que aplicaron expediente temporales a principio de año ya han anunciado a sus plantillas que la situación continuará siendo la misma para gran parte de los trabajadores, pero que se activarán en breve ERE de rescisión contractual para un número de empleados que, por lo general, es pactado con el comité de empresa.

tendencia acusada La crisis no da tregua y la tendencia se acentúa. Los últimos datos de producción industrial son significativos en este sentido. Tan sólo en el mes de marzo se aceptaron en la Comunidad Autónoma Vasca un total de 231 expedientes de regulación de empleo, el peor dato del año. Estos 231 expedientes de marzo afectaron a un total de 7.102 trabajadores. En el mes de marzo de 2008 fueron 18 expedientes y 506 trabajadores afectados. El 87,6% del total de expedientes de regulación aprobados este año por el Gobierno vasco han sido de suspensión del trabajo, si bien en el 11,5% de los casos, el Expediente de regulación de empleo supuso el despido de los afectados.

En cuanto al recuento trimestral, hasta marzo se produjeron un total de 690 rescisiones de contratos por la vía precitada, cifra que representa ya casi la mitad de los de todo el ejercicio 2008 y un 84% más que los producidos en el mismo período de ese año

Los casos anotados en marzo representan una cifra superior a la de los meses precedentes y aunque son una mínima parte del total de trabajadores afectados por medidas de regulación, su crecimiento paulatino va cumpliendo poco a poco los vaticinios más pesimistas, que esperan para los próximos meses un sustancial incremento de rescisiones de contratos, cuando finalice la primera oleada de suspensiones de empleo si la actividad económica no muestra signos de recuperación.

Más del 75% de los trabajadores afectados en el mes de marzo por un Expediente de Regulación de Empleo eran empleados del sector industrial y, manteniendo la errática evolución en el conjunto del tejido empresarial, la medida adoptada más frecuentemente fue la de suspensión temporal de la relación laboral, en nueve de cada diez casos.

Aunque aparentemente es Bizkaia el territorio histórico de la CAV más perjudicado, al presentar las cifras más elevadas en trabajadores afectados, sin embargo es Araba el que lo siente con más intensidad.

Incluidos los datos de diciembre, el territorio alavés presenta un 5% de trabajadores afectados sobre el total de su población activa, cuando esa proporción cae al 3% en el caso del territorio histórico de Gipuzkoa, y a sólo el 2% en Bizkaia. Sin embargo, es Araba el territorio menos afectado por los despidos, ya que sólo suma 27 casos en el trimestre.

La crisis, ¿y ahora?

Noticias de Gipuzkoa. Tribuna Abiertaor Antxon Lafont Mendizabal

Numerosos "especialistas" se han acercado al lecho de la crisis para examinar su tos, sus fiebres, sus temblores, sin poder precisar un diagnóstico que aconseje un remedio seguro de curación, a pesar de que doctores tenga la ciencia económica … y expertos ocupados en su tarea redentora. El cuento es que, ¿quién es el guapo que se atreve a escribir sobre la presente crisis de manera categórica y sin citar a Paul Krugman? Como siempre, publicación sobre publicación y estudio tras estudio, se explicará a posteriori, con detalle y sin reserva, el mecanismo de un seísmo, quizás histórico si tiene causas estructurales. Hay ya alevines de Premio Nobel que se agitan en la superficie.

Nos interesa por ahora presentir lo que ocurrirá cuando baje el telón. La repercusión del fenómeno sobre nuestra sociedad de abundancia dependerá de su naturaleza. Si es coyuntural, como los dirigentes mundiales ricos parecen considerarla, vistas las medidas cortoplacistas tomadas, se la recordará como generadora de historias molestas para algunos y dramáticas para los parados terminales, tanto personas como empresas. Si la crisis es estructural, la sociedad afectada requerirá un nuevo contrato social, cuyo efecto dependerá de que se tome conciencia de la necesidad de una renovada noción de solidaridad o que se limite a una normalización caótica de egoísmos apelmazados.

Ya en los pasados años 80, Michel Crozier afirmaba que no era posible evitar un reajuste doloroso en la sociedad y proseguía anunciando la revolución indispensable de las costumbres. Sin reacción a estas alertas, en 2009 seguimos asistiendo a la defensa del empleo industrial sin previamente examinar el tipo de desarrollo sostenible industrial necesario. Este fenómeno es característico del efecto del encuentro político-sindical y representa un paradigma que ya no corresponde a los problemas derivados de la transformación de la organización del trabajo y, más precisamente, a su repercusión sobre el paro juvenil, por ejemplo.

Acostumbrada a vivir cómodamente rodeada de problemas sin resolver, la población acaba por adaptarse a las circunstancias y se resigna, no queriendo complicar su vulnerable presente, pero se radicalizará si considera que ya no tiene nada que perder. El sistema político, sindical, cultural, educativo, innovador, administrativo actúa con retraso respecto a una realidad que precisa reflexión y remedios. Cabe, hay que constatarlo, poca amplitud de ponderación a una generación que considera la eficacia como una virtud que hay que conquistar a cualquier precio, y en la que la sociología de las decisiones y de las políticas se ha impuesto a la sociología de los principios (Touraine); mientras, ambas siguen enfrentándose bajo nuestro balcón.

Las solidaridades, concepto degradado si admite el plural, se interdestruyen, incluso las corporativistas. ¿Hay actualmente régimen político capaz de resolver "nuestro caso"?

Mientras tanto, nos alejamos del "mejor vivir" que creíamos implantar sacrificando progresivamente parte del "vivir como reyes". No desdeñamos el objetivo de poder optar por lo mejor ante lo más, como no obviamos las prioridades de problemas de hoy mismo como los que se plantean en hogares con todos sus miembros en el paro por un lado y, por otro, los que vapulean a muy pequeñas empresas (MPE) cuya tesorería exangüe y sin asistencia pública les condena a desaparecer, a pesar de su justificación empresarial.

A ellos, parados y MPE esquinadas, se les habla del carácter mundial de la crisis, amplia jofaina en la que gestores diplomados se lavan las manos y disertan sobre los paraísos fiscales frente a aquellos que sólo conocen los avernos fiscales en los que se exige el pago de tributos sin consideraciones de coyuntura. Hay parados terminales capaces de bien trabajar, como hay muy pequeñas empresas que se ven obligadas a cesar su más que amplia capacidad a mantener la actividad en vida en un ambiente económico que felizmente afecta menos a pesar de todo a algunas MPE.

Para hacer pasar la píldora, se quiere convencer a los trabajadores modestos de que el salario es un valor de ajuste y que como tal debe ceñirse estrictamente a exigencias de competitividad, garante de la remuneración prevista del capital. A las MPE fragilizadas en su tesorería se pretende persuadirlas del sino de un riguroso darwinismo empresarial. Se trata de razonamientos perezosos y, desgraciadamente, frecuentes en algunos colectivos corporativistas partidarios de restricciones sociales, incluso en periodos de abundancia.

La mayoría de los debates organizados (sic) por diferentes medios de comunicación nos conducen al mismo tema. Es así como los representantes organizados del capital y del trabajo buscan soluciones a corto plazo, lo que puede ser en gran parte comprensible. Las discusiones de orden circunstancial declinan conceptos derivados del paro, de los salarios, de los derechos de huelga, problemas reales del día a día. Se trata una vez más de lo legal pero sin abordar lo legítimo, ninguneando el medio-largo plazo que inexorablemente se nos acerca y que tenemos que preparar. Por ahora, no se trata de exponer reflexiones alambicadas, sino de orientar y controlar intervenciones públicas que tiendan a priorizar la distribución respecto a la producción y de orientar las ayudas hacia producciones compatibles con las indispensables modificaciones estructurales que el progreso sostenible exigirá.

Citaremos un caso emblemático. Asistimos a una decisión mundial de ayuda con fondos públicos, surgida de EEUU y contagiada al resto del mundo industrial. Se trata de las asistencias financieras públicas a la industria del automóvil, y más precisamente, a los fabricantes de vehículos de transporte individual. La razón invocada, la amenaza de empleos directos e indirectos, parece razonable pero, ¿se han calculado los empleos generados, también directa e indirectamente, en otros sectores amenazados por la crisis, quizás más generadores de empleo y que responden mejor a las aspiraciones a un progreso cualitativo y sostenible?

Se podría mencionar la muy diversa actividad industrial, de servicios e incluso primaria, derivadas de las empresas coaligadas a la salud. Parece obvio estimar las ayudas examinando, en prioridad, los sectores que correspondan más directa e indirectamente a las necesidades concretas de la sociedad. Conviene también señalar que algunos sectores exigen para subsistir compras de capricho. No parece normal que en la situación actual no sea excepcional que el número de coches en un hogar pueda ser superior al de permisos de conducir.

Podríamos también citar, entre las empresas generadoras de empleo, la construcción, a pesar de su deficiente imagen actual, u otras actividades no contaminantes, poco consumidoras de energía y que cumplan funciones sociales indispensables, como las empresas de producción de vehículos de transporte público y de mercancías.

Cuando los argumentos escasean para responder a argumentos innovadores, se tildan las observaciones emitidas de utopías y de proposiciones virtuales. Lo virtual es una realidad de diseño y forma parte de nuestro espacio habitable. Lo que ayer parecía demagógico y utópico, hoy es pertinente y bien ajustado a la realidad.

¿Quién hubiese afirmado que los EEUU inventarían el neoliberalismo, consistente en pedir (sic) en la puerta de entidades públicas cuando truena, y en volver a predicar el "sano liberalismo regulado por el libre mercado" en cuanto se reparan las actuales goteras? ¿Quién nos iba a justificar el bien fundado y resignado de la desaparición de pequeñas empresas aptas a sobrevivir pero sacrificadas por los bancos que reciben fondos públicos y no les asisten? Hoy los neoliberales llegan hasta a preconizar un cierto nivel de nacionalización de los bancos, a la vez que siguen aplicando el proteccionismo que mejor les convenga en el comercio internacional.

La sociedad política debe de estar a la altura de la función que la sociedad civil le encomienda. No puede limitarse a ver pasar los trenes cargados de macroeconomía y de cuentas del gran capitán producidas en los encuentros de los G-8, G-20, etc. La mundialización de la pandemia financiera no puede ser excusa de resignación.

La sociedad política tiene el deber ineludible de proponer localmente la innovación social de respuesta vital, compatible con las posibilidades legales y legítimas y con los recursos de diferentes instituciones. El problema social se resuelve concretamente a través de opciones presupuestarias prioritarias.

Los electores pedirán cuentas de la acción concreta a electos, que no podrán esquivar las responsabilidades, que tanto han reclamado, bajo el pretexto de que los problemas se tratan en el piso superior. Más que nunca, la competencia del político es imperativa. La sociedad civil no confía en el discurso de los especialistas que pretendían conocer y controlar el sistema en que vivíamos. Asistimos al enfrentamiento de conservadores, responsables de la decisión y de renovadores, consecuentes en la contestación.

La reacción popular suscitada por la magnitud creciente de esta crisis estructural, con su lógico efecto coyuntural a corto plazo, será imprevisible si los electos no encuentran las soluciones sociales locales a los problemas planteados, también localmente, por la mundialización del capitalismo financiero.

Nuestra sociedad está inmersa en el mundo paradójico de las "contradicciones lógicas" (Baudelaire) y acaba perdiéndose en el laberinto que inconscientemente han creado.

Regularmente la historia ha contribuido a la caducidad de diferentes nociones y de variados conceptos. Hoy es el día en que tendríamos que preparar las nociones que serán los pilares sólidos de un nuevo contrato social, indispensable a la regulación de la nueva sociedad que ya ha nacido pero a la que todavía falta el cemento de una real y singular solidaridad. No nos queda más remedio que luchar con la esperanza puesta en una acertada transición al nuevo mundo sostenible. Es la utopía realizable que tenemos pendiente.

* Empresario y ex presidente del Consejo Económico y Social (CES) de Euskadi